La importancia del descanso al construir nuestro templo personal.

Desde que comencé a investigar los bellos caminos de la Torá, hace más de 5 años, siempre me asaltó la duda sobre el día de reposo y cuál sería la forma en que yo agradaría al Creador cada semana al llegar ese día. Ya había leído el concepto y, por lo que sabía de otras denominaciones religiosas, ya entendía el concepto de no trabajar en lo que se consideraba un Shabat.
Pero igual creé muchas teorías y me hice varias justificaciones: que si trabajo un poco no me hará daño, que si hago un favor a alguien tampoco será malo, hasta pensar que entregar información de mi trabajo o llevar un pedido así no toque el dinero de la paga eran formas justificables para alejarme de guardar este bello mandamiento que nos dio el Padre Celestial.
Esas cuestiones poco a poco las fui resolviendo. Incluso entendí que, al no haber nacido judío, no estaba en la obligación de guardar el día de la manera estricta como lo hacen nuestros hermanos ortodoxos. Pero, si yo quería honrarlo, lo debía hacer por amor obediente a mi Señor.
Siempre la idea que rondaba por mi cabeza era -y es- cómo agradar al Creador y también elevar mi conciencia hacia Él. Cómo, por medio de estas dos acciones, tener una conexión más clara con Él. A partir de ahí, entendí algo: Si el Eterno nos pide descansar de nuestra obra creadora al menos un día a la semana -y la escritura es muy clara: Es un día de reposo para El Eterno…”. (Deut 5:14)- quedó claro que Él es TODO y por ende es parte de mi –de todos nosotros-. Y esa parte de divinidad desea descansar de la autoridad creadora que tenemos y nos enfoquemos en acercarnos a la fuente de todo.
Pero algo seguía dando vueltas en mi cabeza: ¿Hacer ejercicio o practicar algún deporte suman como trasgresiones contra el Shabat? Pero si eso hace que mi organismo mejore. El deporte es salud, ¡SI SOY TEMPLO DEL ESPIRITU! Y otros etcéteras que me inventé. Pero teníamos que llegar a una porción de la Toráh donde leemos sobre la construcción del Mishkán (Tabernáculo) en el desierto. Y ahí vi que los obreros que lo construyeron seguían las instrucciones del amo del universo y NO trabajaron en esa magnífica obra en SHABAT.
Entonces, volviendo a mi inquietud original, supe la respuesta a esa pregunta que me inquietaba de hace años y me cayó como balde de agua; “Aunque el Mishkán está en construcción, en Shabat no se hace obra en él”.
Y quedó claro para mí que, aunque el deporte y el ejercicio han sido partes fundamentales de mi vida, descansar en Shabat también lo debe ser.
Nuestra principal motivación debe ser refinarnos y mejorar hasta llegar a ser Tabernáculos dignos de la presencia del Creador. Para que ese Templo que es nuestro cuerpo sea lleno con la fuerza que Dios nos ha dotado desde que fuimos creados; Su Shekiná (presencia divina), -esa misma que habitó plenamente en nuestro Rebe-. Ella debe estar a gusto y viva ardientemente en nuestro Tabernáculo personal para siempre.
Claro que trabajar es necesario, y hacer una actividad deportiva también lo es, pero descansar es una parte fundamental en el buen vivir. Porque parar hace que revisemos nuestra evolución y nos autoevaluemos. También descansar hace que nuestro músculo crezca y que las células de nuestro organismo se regeneren y se preparen para las nuevas jornadas de actividad física que a algunos tanto nos gustan.
Pero, en términos generales, el Shabat es estar apegados a lo que el Eterno quiere. Es una bella muestra de obediencia y amor, y Él nos lo da cada semana como una pequeña sombra de lo que será la vida porvenir y su tan anhelado Reino Celestial. Por eso, es nuestra responsabilidad honrarlo y hacerlo el día más especial de la semana. Que tengas mucho éxito y Shalom.