Javerim Javerot

Di-s escucha el clamor

Cuando el pueblo de Israel llegó a Egipto fueron tratados como reyes, pero cuando Iosef murió fueron convertidos poco a poco en esclavos.

El Midrash Tanjuma (Shemot 5) dice que, cuando murió Iosef, ellos dejaron de circuncidar a sus hijos, ya que se estaban asimilando. Muchos nacieron en la esclavitud, se olvidaron de Hashem, estaban inmiscuidos en las costumbres egipcias. Estaban ya inmersos en su comodidad, pues no conocían otra forma de vida y estaban hasta siendo conformistas con su situación.

Los egipcios los empezaron a odiar porque se estaban multiplicando, ocupaban sus lugares y querían exterminarlos. Dicen nuestros sabios que la asimilación genera odio.

Existen grandes advertencias en la Torá, el Tanaj y el Código Real sobre el alejamiento del Eterno y sus consecuencias. Citaré una de ellas que corresponde a la Haftará de está semana. La encontramos en Jeremías 1:16, dice: “Yo pronunciaré mis juicios contra ellos por toda su iniquidad en abandonarme, sacrificando para dioses extraños, y adorando lo que sus propias manos hicieron”; una seria amonestación contra el peligro de la asimilación y más en estos tiempos.

Siempre Hashem envía una alerta para enderezar el camino, como en el caso de la zarza y Moshé:

“Y se le apareció el Ángel de Hashem en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.  Entonces Moshé dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema”

Shemot (Éxodo) 3:2-3

Cuántas veces el Eterno llama la atención para que la persona se aleje de ciertas actividades y costumbres paganas que no aportan nada bueno, de personas que simplemente roban la energía e invaden con su negativismo, de muchas situaciones incorrectas. Sin embargo, la persona sigue en las mismas y con los mismos, en su propia comodidad, por temor a responsabilizarse por sus acciones. Así que prefiere hacerse la de los oídos sordos, en vez de enfrentarla, salir de ella y volver al camino y elevar una Tefilá a Hashem. 

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En Shemot 3:7-9 está escrito: “Dijo Adonai (a Moshé): Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha…El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen”. En Crónicas de los Apóstoles (Hechos) 7:34 lo confirma: “Yo he visto claramente como mi pueblo es oprimido en Mitzrayim, he oído llantos, y he descendido para rescatarlos; y ahora te enviaré a Mitzraim”.

Hashem, al oír la voz del pueblo, decidió que ya era momento de actuar y envió a Moshé para liberarlos. Pero no porque no se acordará de su dificultad, sino porque esperaba escucharlos.

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Muchas veces se da vueltas en círculos en una situación porque nos acostumbramos a ella y dejamos de pedir, hasta cuando se toca fondo. Pero llega el momento que decimos no podemos seguir así. Lo bueno de tocar fondo es que reaccionamos y es el Eterno, en Su infinita misericordia, quien nos levanta.

Eso es lo que Hashem espera de nosotros; que nos acerquemos primero con un corazón sincero. Por eso muchas veces pasamos por situaciones difíciles, porque llama nuestra atención, para que nos acordemos de Él, porque estamos haciendo las cosas muy mal.

En la Tefilá (oración), en nuestro clamor, Él quiere que nos conectemos. No tenemos que ser conformistas, debemos ser específicos con Di-s. Aunque Él conoce nuestros pensamientos y deseos más profundos, Él desea escucharnos y que le pidamos las cosas de manera específica, como lo hizo Moshé y el pueblo de Israel.

¡Shalom Ubrajot!

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