Javerim Javerot

El gen del amor

La tradición del pueblo de Israel dice que existen 12 tribus y, dentro de ellas existen ciertas jerarquías y responsabilidades determinadas por la forma en que la gente ha actuado según las pruebas y circunstancias que la nación ha tenido que vivir (la salida al desierto, atravesar el mar, esperar que Moshé bajara con las tablas, alimentarnos con maná, etc.). Una de estas familias fue la sacerdotal, representada en los hijos de Leví, y dos personajes bíblicos muy conocidos ostentaban el honor de ser levitas; Moshé y Aarón.

Pero dentro de los levitas existe una distinción especial para los hijos de Aarón; los Kohanim. Ellos tenían el honor de ayudar al pueblo a conectarse con nuestra divinidad en las tareas más específicas llevadas a cabo en el Sagrado Templo. Gracias a su servicio tenían todo. No eran ricos, pero todo lo bueno lo tenían ellos: los mejores alimentos, las mejores prendas, las mejores herramientas, personas a su servicio, etc.

¿Cómo era posible que tuvieran lo mejor de lo mejor y disfrutaran de todo lo bueno de la tierra sin poseerla?  ¿Y cómo es que Di-s los tiene vivos hasta nuestra época? ¡Por su capacidad de amar!

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Es así porque ellos prefirieron servir, antes que poseer. Prefirieron compartir de su espiritualidad, antes que heredar tierras. Esa es la verdadera conexión generadora, que ellos entendieron que para acceder a los grandes niveles espirituales; había que renunciar a sentirse en escases.

Ellos, los Kohanim, renunciaron al “tener” por el “ser”, renunciaron al “poder” por el “sentir”. Y eso el Eterno se los ha recompensado a través de las generaciones. Esa es la marca del gen Kohen, que a pesar de todo persisten y serán llamados a servir en el Templo postrero.

Nosotros también podemos llegar a ese nivel, porque Hashem dijo: “Ustedes me serán pueblo de sacerdotes (…)” y también el Rebe de Belén explicó: “Ustedes son la luz del mundo (…)”. Debemos creer que vinimos brillar, vinimos a repartir luz y amor al mundo, y a enseñar a las 10 tribus perdidas la forma de vivir en armonía con las demás naciones y tener todo lo bueno de la tierra. Venimos a enseñar cómo disfrutar de las bondades del Creador, así como lo pudieron gozar los Kohanim de otra época.

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Estamos ad-portas de Iom Teruah. En esta fiesta escucharemos el sonido del shofar y podremos elevar nuestra conciencia amorosa hacia este mundo convulsionado y pobre, para transformarlo en un Gan Edén maravilloso donde volvamos a ser los dignos administradores de las bondades que el Padre Celestial ha puesto para sus hijos siempre.

Tenemos una misión cada año: en el Día de Trompetas se debe elevar nuestro gen del amor, que nuestra espiritualidad se eleve y que se note en todo lo bueno que el Eterno nos da. Porque, así como el gen Kohen persiste, así también persiste la capacidad del hombre de poner sus dones y talentos a servicio de crear un mundo mejor. Y así ayudarle al Mesías a crear un Reino justo para difundir su mensaje de amor y justicia para todos.

¡Feliz Iom Teruah!

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