
De acuerdo con las enseñanzas de nuestros sabios, ellos concuerdan que una de las razones por las que el Templo fue destruido, fue por el odio gratuito, por hacer Lashón Hará (mala lengua, difamación, chisme, murmuraciones).
Leemos en Mateo 7:1-5 que nuestro Rebe Ieshua nos prohíbe toda forma de Lashón Hará. Está escrito:
“No critiques, no juzgues, para que no seas juzgado. Porque de la forma que criticas y juzgas a otros, serás criticado y con la misma medida con que mides a otros serás medido. ¿Por qué miras la pajita que está en el ojo de tu hermano, y dejas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: ‘Déjame sacarte la pajita de tu ojo,’ cuando tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver para sacar la pajilla del ojo de tu hermano.”
Tengamos presentes estas importantes y claras palabras de nuestro Rebe Ieshua y que con la ayuda del Eterno, con la ayuda del cielo, sea Hashem quien nos ayude a ser personas más sabias y prudentes que hablemos palabras de sabiduría y de reconocimiento al Eterno y de honor hacia nuestro prójimo.Este es un tema que considero relevante, el cual tiene muchas áreas de estudio y requeriría de muchos artículos, pero quiero dejar un mensaje puntual ya que es mucho más importante hoy tener cuidado con el habla, con todo lo que está pasando en el mundo, tanta desesperanza, tantas teorías de conspiración, las noticias falsas, todo lo que crea falsas alarmas. Se hablan de temas también donde muchos de los que están en puestos de poder en el mundo son de nuestro pueblo y muchas de las cosas que se dicen o escriben se pueden prestar para el antisemitismo, y no podemos ser partícipes de ellas. Recordemos que estas personas, si están haciendo cosas incorrectas, tendrán que dar cuentas al Rey de Reyes, el Santo Bendito Es, por sus acciones y nosotros no somos quien para juzgarlas.
En Tehilím (Salmos) 34:13-14, tenemos un recordatorio muy especial de este tema: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño; apártate de mal y haz el bien; busca la paz y síguela”.
Nuestro Rebe Ieshua nos enseñó también que “lo que sale de nuestra boca es lo que contamina”. Muchas personas son muy cuidadosas con lo que entra en sus bocas, pero no con lo que sale de ellas. En Matitiahu (Mateo) 15:18-19 está escrito: “Pero las cosas que salen de la boca, provienen del corazón y estas causan que los hombres se contaminen, porque del Ietzer Hará (la mala inclinación) provienen las malas ideas: asesinatos, fornicaciones, robos, falsos testimonios, Lashón Hará”. ¡Más claro, imposible!
En la carta de Iaacob HaTzadik (Santiago) 3:2-11, esta escrito sobre la Lengua y nos da una lección increíble sobre el cuidado del habla: “Porque todos ofendemos muchas veces; si alguno no tropieza en lo que dice, es una persona madura y puede refrenar todo su cuerpo. Si ponemos un freno en la boca del caballo para hacer que obedezca, también controlamos todo su cuerpo. Y piensen en un barco; a pesar que es enorme y empujado por fuertes vientos, aún el piloto lo puede guiar para donde quiera con tan sólo un pequeño timón. Así también, la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero se jacta de grandes cosas. ¡Miren, cuán grande bosque se incendia con un fuego pequeño! Sí, la lengua es un fuego, un mundo de perversidad. La lengua está ubicada entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo e inflama todo el curso de nuestra existencia y es incendiada por el infierno. Porque la gente ha domado y sigue domando todo tipo de animales, pájaros, reptiles y criaturas del mar; pero la lengua nadie la puede domar; ¡es algo inestable y maligno, lleno de veneno mortífero! Con ella bendecimos a Elohim el Padre, y con ella maldecimos al prójimo, que está hecho a imagen y semejanza de Hashem. ¡De la misma boca proceden bendición y maldición! Hermanos, no es correcto que las cosas sean de esta manera. ¿Acaso una fuente echa agua dulce y amarga por la misma abertura?”
Con tus palabras puedes animar y bendecir, o destruir y dañar a alguien. Así que siempre antes de hablar analiza lo que vas a decir, recuerda lo que esta escrito: “¿de una misma abertura se puede echar agua dulce y amarga?”.
Solo piénsalo y trabaja en mejorar cada día tu vida y tus relaciones con los demás, pues este es un trabajo de constante crecimiento y transformación en ti.
¡Shalom Ubrajot!