Javerim Javerot

Rivká, la segunda matriarca

Rivká era hija de Betuel, nieta de Najor, hermano de Abraham.

Dice la Torat Emet: “Hashem hace brillar una luminaria reemplazante de Sara, adelanta a Abraham los relatos sobre el nacimiento de Rivká”. En Bereshit (Génesis) 22:20-23 le fue anunciado a Abraham después de la Akedá, que Milká había tenido descendencias de su hermano Najor y el hijo menor Betuel tuvo a Rivká.

El nombre Rivká significa “atar”, simboliza: “yugo utilizado para unir dos animales de la misma especie, para cumplir el objetivo de que trabajen juntos en los campos”. Nuestros Sabios le adjudicaron a Rivká el versículo de Shir Hashirim:

“Como una rosa entre las espinas, así es mi querida entre las hijas”.

(Cantar de los Cantares 2:2)

Rivká fue hallada por Eliezer, siervo de Abraham. Él pidió en Tefilá a Hashem para encontrar a la mujer apropiada, Hashem lo ayudó y encontró a “una mujer tan bondadosa, capaz de dar una respuesta semejante, es una digna esposa para un digno hombre como Itzjak” (Torat Emet).

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De acuerdo a nuestros sabios, existe evidencia de que la mujer tiene que dar su consentimiento para contraer matrimonio, como en el caso de Rivká a quien le preguntaron si quería ir con aquel hombre y ella respondió: “Iré” Bereshit (Génesis) 24:58, queriendo decir que partiría por decisión propia. Para Itzjak, ella fue la mujer perfecta. “él se casó con Rivká. Ella fue su esposa y él la amó”.

Rivká era estéril, intensificaron sus plegarias junto con su esposo a Hashem y luego de 20 años concibió mellizos. Cuenta la tradición que ellos luchaban en su vientre, fue un embarazo muy difícil, se presentó batalla entre sus dos hijos. Rivká recibió una profecía: “Hay dos pueblos en tu vientre, dos naciones de tus entrañas se separarán; una nación se fortalecerá de la otra nación y el mayor servirá al menor” Bereshit (Génesis) 25:23.

Rivká intervino en el momento que su esposo iba a dar la bendición a su primogénito, no lo hizo con mala intención con Itzjak, pero como ella sabía de la profecía para sus hijos cuando ellos peleaban en su vientre y entendió la misión que el Eterno había dado para sus descendientes y para ella misma, entonces hizo todo esto en su afán por cumplir ese propósito y por el amor de madre. Murió sin volver a ver a su hijo Iaakov.

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La huella de Rivká

De ella aprendemos la cualidad de bondad. Evitaba las confrontaciones. Dicen nuestros sabios que ella era un faro de luz en un oscuro mundo de engaños. Comprendió muy bien la naturaleza de sus hijos y fue una persona muy influyente en la vida de su esposo.

Hashem nos ayude a ser personas que practican Jesed (bondad) como Rivká Imenu y seamos influyentes de manera positiva en este mundo.

¡Shalom Ubrajot!

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